Entre los fundamentos filosófico-conceptuales que sustentan el modelo cubano de desarrollo socialista están los principios y propuestas humanistas sobre la libertad de la persona, cuyo análisis se acompaña de una mirada crítica a las condiciones económicas, sociales, políticas, culturales que la promueven, pero también a aquellas que la limitan. Para una comunidad que se plantea avanzar hacia cotas superiores en el sendero de la emancipación humana, la libertad constituye un asunto no de simple subordinación o escala jerárquica de valores, sino de orientación estratégica. Lo más aconsejable para el desarrollo progresivo y armónico de esa sociedad es lograr la articulación y coherencia necesarias entre los postulados teóricos y el ejercicio práctico de la libertad. La libertad se conquista de manera permanente en la práctica diaria, de ahí que los trabajadores en el poder deben luchar por eliminar las desigualdades por concepto de raza, género, generacional, y seguir avanzando para crear las condiciones que permitan a las personas desarrollar sus capacidades. Una vez alcanzada la igualdad en lo fundamental, el proceso de ampliación de las libertades debe continuar, utilizando los reguladores apropiados que brindan la moral y el derecho. El progreso de la libertad debe sostenerse en la creciente individuación de la persona, entendida como el despliegue de su individualidad. En la ponencia se enfoca el tema desde la importancia de su análisis en los programas de formación de los estudiantes de la educación superior, atendiendo a los impactos que en las libertades de las cubanas y cubanos.