El siglo XXI es testigo del intento de los grandes centros de poder por escindir el papel
de las ciencias sociales y en específico el de la enseñanza de la Historia, ellos necesitan
pueblos desmemoriados, huérfanos de recursos y herramientas teóricas que les impida interpretar su realidad y desde ella acometer la debida transformación social que exige una sociedad justa, inclusiva y democrática. Sin embargo, Cuba no ha cejado en el empeño de hacer de la Historia una disciplina estratégica dentro del currículo escolar.  Reforzar la memoria histórica del pueblo cubano ha sido una prioridad en el contexto del Perfeccionamiento del Sistema Nacional de Educación. La actual investigación esboza algunas ideas que son el resultado de la sistematización de múltiples autores que en el orden de la didáctica de la Historia han ofrecido importantes aportes. De sus aprendizajes se concluye que es necesario romper modelos tradicionales y asumir una enseñanza desarrolladora que tenga como pivote lo histórico – social como modo de razonar. Desde ese enfoque la historia resulta más real, objetiva y compresible, su asunción advierte entender el funcionamiento diverso de la sociedad. Para lograr lo anterior es imprescindible el uso de una pluralidad de métodos que estimule la pesquisa, la promoción del pensamiento crítico, la polémica, la reflexión y los códigos comunicacionales que hoy sirven de entretenimiento para adolescentes y jóvenes. La clase de Historia debe convertirse en un escenario donde las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones revolucionen los modos de actuación tanto de educandos como docentes.