Aunque quiero poner en valor mi experiencia profesional en el campo de la educación y el empleo, quiero promover un debate académico crítico, como una reflexión del caminante y construir juntos un nuevo modelo de sociedad, al que denominan: sociedad del conocimiento.

A la hora de reducir la desigualdad y promover el crecimiento económico inclusivo y sostenible por medio del empleo y el trabajo decente para todos (ODS, número 10 y número 8) exige replantear todo el sistema educativo y salir definitivamente de círculos viciosos sin soluciones eficientes y eficaces; buscar más respuestas que nos sirvan para mejorar el futuro y el presente de la Educación Superior.

Para cumplir esta meta es necesario mejorar la educación, ampliar la protección social, especialmente de los más desfavorecidos y, así, vencer el incremento de apatía entre las nuevas generaciones. Las desigualdades se incrementan más entre las poblaciones más vulnerables, por eso, es necesario redistribuir equitativamente los recursos educativos e invertir más en Educación, así conseguiremos un crecimiento inclusivo y sostenido para impulsar el progreso y, en general la calidad de vida de toda la población; si conseguimos un crecimiento económico sostenido, lograremos mayor cohesión social. Todo sistema educativo debe conciliar la calidad de la educación con la equidad en su reparto.

La excelencia educativa tiene que abarcar a todos los alumnos, en esta etapa educativa, más próxima al mercado de trabajo, se potencian habilidades consideradas claves para la inserción laboral. Más excelencia educativa, más justicia social. Sé por mi experiencia profesional que los alumnos que la escuela ha marginado, ha dejado de lado en el proceso escolar, posteriormente, terminaron marginados económicamente y como consecuencia marginados socialmente. Las consecuencias de la educación siempre trascienden el ámbito escolar.

Un término que siempre nos acompañó es la democratización de la escuela, que camina de la mano de la emancipación social, términos que parecían aconsejar políticas compensatorias y de igualdad para los colectivos más vulnerables; sin embargo, como digo en la otra ponencia: “la Educación Superior no es un lujo”, es un motor de desarrollo económico y social, quizá el más importante de cualquier país. Además de preparar a los alumnos para tener más y mejores oportunidades laborales, tradicionalmente es la institución que atesora el conocimiento científico. La Universidad es la institución emblemática del debate científico y de la investigación académica, por tanto, es necesario un fortalecimiento de este período educativo.

La revitalización de la investigación educativa al amparo de la Universidad es un logro ambicioso pero necesario para la excelencia educativa; aunque sabemos que también es dependiente de la economía de cada momento. En períodos de bonanza económica, hay más dinero para proyectos de investigación y desarrollo; las épocas de crisis condicionan mucho este trabajo; muchas veces quedan proyectos inacabados, inconclusos, los investigadores deben abandonar esta tarea y dedicarse a buscar otro empleo para subsistir. Son los dictados de la economía.

Las necesidades del mercado de trabajo implican nuevos objetivos y contenidos de formación; la demanda cada vez es más compleja. Las rápidas transformaciones sociales y económicas obligan a actuar más deprisa (quizá no mejor, pero corriendo). Esta rapidez también genera colectivos excedentes que terminan abandonando la Educación Superior por desmotivación, falta de interés, o simplemente, que no son capaces de seguir el ritmo.

Algunos autores ven excesiva la subordinación de la Educación Superior a los imperativos (tanto cuantitativos como cualitativos) del mercado laboral; creen que los dictados del mercado de trabajo condicionan, excesivamente, el diseño de esta etapa educativa.

Es imposible mantener la planificación educativa tradicional; en este nuevo contexto no sirven los modelos tradicionales de aprendizaje.

Si promovemos una educación de calidad para todos los ciudadanos, seguro que eliminamos el abandono temprano de los estudios, reducir la población que termina la Educación Secundaria sin titulación, factor imprescindible para el desarrollo de cualquier país.

El sector de la educación que más cerca se halla de la economía es la Educación Superior importante factor de desarrollo, local y endógeno. Esta reformulación exige nuevos objetivos, nuevos contenidos, otra metodología y nuevos procesos de evaluación, para lograr personas ventajosamente competitivas y productivas, pero, sobre todo, integradas en la estructura social a la que pertenecen.